Una de las principales
obligaciones que tiene una organización, como conjunto, es conseguir integrar
la prevención en todas las actividades que realiza. En todas y en todo
momento. Únicamente con esta integración y cumplimiento continuado
conseguiremos reducir los actos inseguros que pueden derivar en accidentes o
enfermedades profesionales.
Cómo conseguirlo es la
pregunta clave y no tiene una respuesta única.
Sin entrar en cuestiones
técnicas o métodos concretos existen dos vías, la imposición y
la concienciación.
La primera vía, la
imposición, es una alternativa rápida habitualmente basada en la
acción/reacción.
El trabajador no actúa de
acuerdo a la norma y la corrección está basada en una amonestación que puede
ser de diferente tipo y severidad.
¿Es esta la vía correcta?
Un trabajador ha cometido una desviación y lo hemos amonestado.
¿Hemos conseguido algo?
¿Hemos convencido al trabajador de la necesidad real de hacer
bien ese trabajo? Me permito dudarlo ya que únicamente hemos castigado, aunque sea
justificado.
Actuando así, ¿hemos
prevenido el acto inseguro? No, hemos reaccionado ante algo que ya ha sucedido
y la prevención se basa en anticiparse, en ser capaces de adelantarnos a un
riesgo, conducta, o acto no deseado.
¿Hemos sido capaces de
convencer del por qué es necesario hacerlo correctamente? Este
es el punto que hay que abordar, el convencimiento y concienciación.
Debemos perseguir que los
trabajadores sepan porqué hay que hacerlo de determinada manera y las
consecuencias reales que, en forma de accidente o enfermedad profesional,
pueden derivarse si no se hace correctamente.
Nuestro objetivo será
actuar como generadores de conductas adecuadas para que los
trabajadores, convencidos y de forma autónoma, tomen decisiones basadas en la
seguridad y salud laboral.
Todas nuestras acciones
formativas e informativas deben encaminarse, además de hacia el cumplimiento
normativo, a conseguir que el trabajador adopte voluntariamente una actitud de
respeto hacia sí mismo y hacia los compañeros en términos de seguridad.
Creo que la premisa de que
nadie se accidenta voluntariamente es cierta. Pues aprovechemos eso, enseñemos
las consecuencias de los actos, demostremos la necesidad de las normas
para que se las crean y las hagan suyas.
Es un camino largo, que da
frutos muy lentamente pero la recompensa es poder confiar en que se cumplirán
las normas haya o no haya supervisión directa, y en ese momento sí se reducirán
los actos inseguros y los accidentes.
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